Cuando llega el momento de la verdad, todos deberíamos ponernos frente al espejo y preguntarnos si realmente estamos preparados.
A veces, una pregunta a tiempo evita demasiados desengaños y deja que se sigan cicatrizando viejas heridas de guerra que nosotros mismos nos empeñamos en abrir.
Cierto es ,que las batallas se ganan luchando y que quien da el primer golpe, al menos tiene uno. Pero, ¿merece la pena?
Vienen días tensos, llenos de tristezas que se confunden con alegrías. Ilusiones que se desvanencen frente a fuerzas que renacen, alegrías que no durán más que las penas, momentos difíciles que se compensan con algún que otro ánimo a destiempo...
Llega el momento de enfrentarse al espejo.
¿Podrá mi reflejo soportarlo?
17/1/08
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